Quizás hoy en día ya no tengamos tanta necesidad de ingerir postres tan calóricos el martes de carnaval, como antesala a la cuaresma, pero desde luego nos siguen gustando.
Esta noche iremos al entierro de la sardina en el Paseo de Las Canteras y todavía estoy friendo tortillas de carnaval. Este vestigio del carnaval tradicional se conserva en muchas familias. Hoy en día en varios municipios se vuelven a organizar los bailes de mascaritas, donde mujeres vestidas con ropa de hombre, con la cara oculta bajo una media, que no llegaba entera al final de la noche, increpan a los hombres que sacaron de los armarios blusas o trajes enteros y grandes sombreros sobre la cara cubierta. Por la tarde los niños participaban del carnaval recorriendo las casas en busca de huevos, que luego se comían duros.

La elaboración comienza pelando y troceando la calabaza, unos 600 gramos. En un caldero con 1/2 litro de agua la pondremos a cocer con una cucharadita de sal, piel de limón y un rama de canela. Una vez esté guisada la escurriremos en un colador, retirando la rama de canela y la piel de limón y la trituraremos con un tenedor o con la batidora eléctrica y la dejamos enfriar.

En un bol poner la calabaza y le añadir 3 huevos (se suelen añadir batidos, pero yo lo pongo todo junto), 100 gramos de azúcar, 1 cucharadita de matalahúva (anises), ralladura de piel de un limón, medio vaso de leche,1 cucharadilla de levadura, y añadir poco a poco la harina, unos 200 gramos. Mezclar todo hasta obtener una masa homogénea con el espesor de unas natillas.
En una sartén con aceite de girasol verter con cucharón las tortillas a fuego medio alto. Cuando se doran por un lado se les da la vuelta.
Escurrir en papel absorbente a medida que se vaya sacando de la sartén.
Si se tiene el lujo de conseguir miel de palma, que se obtiene de la cocción del guarapo procedente del sangrado de la palmera canaria, quedarán deliciosas, aunque también podemos acompañarlas con miel de abeja, sirope o espolvorealas con azúcar.
