Hoy sábado compramos en el Mercado Central, en Las Palmas de Gran Canaria. Ahora con tantos supermercados alrededor de casa te da más pereza coger el carro de la compra e ir hasta el mercado, sin embargo, merece la pena hacer el esfuerzo y caminar un poco más porque sigue conservando la esencia de hace años cuando iba con mi madre y los dependientes la conocían y ya sabían como le gustaba que le preparasen la carne o el pescado, y me quedaba esperando en el estanque de las pobres tortugas, de agua salada. Los chiquillos se subían a la marquesina de la entrada para usarla como tobogán, hoy impensable desde la prevención de riesgos. Cuando estaba cerrado se aprovechaba una superficie de suelo en la entrada, que era más resbaladiza, para jugar a las chapas. Volviendo al día de hoy, lo puestos te siguen sirviendo de una forma mas personal.

En la pescadería si quieres te limpian los chipirones, yo prefiero hacerlo en casa. Separamos los rejos y las aletas. Los limpiamos bien por dentro. Los rellenamos de una mezcla que se elabora utilizando los recortes troceados del chipirón, huevo duro, sal y perejíl picado. Sellamos la parte superior con un palillo redondo. También se pueden da la vuelta a la bolsa si no queremos ponerle palillo.

En el caldero a fuego medio y con un chorro de aceite ponemos cuatro ajos, dos cebollas picadas y un pimiento verde troceado sin semillas. Cuando esté pochado añadimos un vaso de vino, en este caso hemos utilizado un malvasía seco de Lanzarote de la bodega Mozaga. Añadimos sal y la tinta de los chipirones y dejamos cocinar diez minutos más. Trituramos la salsa e introducimos los chipirones. Se cocinan hasta que estén tiernos,aproximadamente quince minutos, dependiendo del tamaño de las piezas.
Servir los chipirones con guarnición de arroz blanco y para darle un toque de color al plato lo he acompañado con una emulsión de aceite y perejil.